Los peligros de la positividad tóxica y cómo gestionar las emociones con agilidad

Psicología
Manejo emocional
Salud Mental
Autor/a

Alcides Chaux

Fecha de publicación

24 de enero de 2024


¿Es saludable que nos esforcemos tanto en mantenernos siempre positivos, incluso cuando la vida nos lanza desafíos difíciles?

Recientemente, escuché un episodio fascinante del podcast ReThinking de Adam Grant, donde Susan David, una experta en emociones, abordó este tema. Me pareció tan revelador que quiero compartir contigo algunos de los argumentos discutidos.

En esta entrada, exploraremos cómo la positividad tóxica puede afectarnos y la importancia de la agilidad emocional en nuestras vidas.

¿Qué es la positividad tóxica?

La positividad tóxica, como la define Susan David en su conversación con Adam Grant, es un fenómeno cultural en el que se promueve la idea de que las personas deben mantener una actitud positiva en todo momento, incluso frente a desafíos significativos o adversidades.

Esta tendencia a enfatizar solo las emociones positivas y descartar o invalidar las negativas puede ser perjudicial. David destaca que este enfoque puede llevar a las personas a reprimir emociones auténticas, como la tristeza, la ansiedad o la frustración, que son reacciones naturales y saludables ante ciertas situaciones.

La positividad tóxica se convierte en un problema cuando se usa para evadir o negar la realidad emocional de una persona. Ignorar o minimizar los sentimientos negativos no solo impide el procesamiento saludable de estas emociones, sino que también puede llevar a problemas de salud mental a largo plazo.

David sugiere que reconocer y validar todas las emociones, incluyendo las desagradables, es esencial para un manejo emocional saludable y un bienestar general. En lugar de forzar una sonrisa o una actitud positiva, David anima a las personas a aceptar sus emociones genuinas y a trabajar a través de ellas de manera constructiva.

El valor de todas las emociones

Susan David resalta la importancia de todas nuestras emociones, incluyendo aquellas que a menudo consideramos negativas. En su diálogo con Adam Grant, ella enfatiza que emociones como la tristeza, el miedo, o la ira, aunque incómodas, son fundamentales para nuestra experiencia humana.

Estas emociones pueden actuar como señales que nos ayudan a comprender mejor nuestras necesidades, límites y valores. Por ejemplo, la tristeza puede indicar una pérdida significativa o un deseo insatisfecho, mientras que la ira puede ser una señal de que algo importante para nosotros está siendo amenazado o desafiado.

Reconocer y aceptar estas emociones nos proporciona información valiosa sobre nosotros mismos y sobre cómo interactuamos con el mundo. David sugiere que, en lugar de reprimir estas emociones, deberíamos aprender a acogerlas y explorarlas.

Esto no significa quedarse atrapado en emociones negativas, sino más bien permitirnos sentir y entender lo que estas emociones están tratando de decirnos. Al hacerlo, podemos tomar decisiones más informadas y alineadas con nuestros valores y objetivos personales.

La agilidad emocional al rescate

La agilidad emocional, un concepto central en la discusión de Susan David con Adam Grant, se refiere a la habilidad de manejar nuestras emociones con conciencia y flexibilidad. David explica que ser emocionalmente ágil implica ser capaz de responder a nuestras emociones de manera adaptativa, en lugar de reaccionar de manera impulsiva o reprimirlas.

Esta habilidad incluye ser consciente de nuestras emociones y los pensamientos que las acompañan, permitiéndonos reconocer cuándo una emoción nos está impulsando a actuar de manera contraria a nuestros valores o intereses.

Además, la agilidad emocional involucra la capacidad de aceptar todas nuestras emociones sin juicio, entendiendo que cada una tiene su propósito y valor. Esto conduce a una mayor autocomprensión y a un enfoque más compasivo hacia nosotros mismos y hacia los demás.

David también subraya que la agilidad emocional no significa ignorar o suprimir las emociones negativas, sino aprender a acercarse a ellas con curiosidad y apertura, lo cual es fundamental para un bienestar emocional genuino y sostenible.

Optimismo genuino vs. forzado

En la conversación con Adam Grant, Susan David aborda la diferencia entre el optimismo forzado y el genuino. El optimismo forzado implica ignorar o minimizar los problemas y desafíos, presentando una visión superficialmente positiva de la realidad. Este tipo de optimismo puede llevar a decisiones poco realistas y a una falta de preparación para enfrentar dificultades.

Por otro lado, el optimismo genuino, como lo describe David, reconoce los desafíos y las dificultades de la vida, pero mantiene una actitud de esperanza y confianza en la capacidad de superarlos.

Este tipo de optimismo está arraigado en la realidad — no niega los problemas, sino que los enfrenta con una mentalidad proactiva y constructiva. Implica una combinación de reconocimiento de la realidad y la creencia en nuestra capacidad para efectuar cambios positivos y adaptarnos a las circunstancias.

Conclusiones

Susan David nos ofrece valiosas lecciones sobre la gestión emocional. La positividad tóxica, como David explica, puede ser dañina al ignorar emociones genuinas.

El reconocimiento de todas nuestras emociones, incluso las negativas, es crucial para entender nuestros valores y necesidades. La agilidad emocional, que David promueve, nos ayuda a manejar nuestras emociones de manera consciente y adaptativa.

Además, distinguir entre un optimismo genuino y uno forzado es esencial — el primero se basa en la realidad y en la capacidad de superar desafíos.

Esta entrevista resalta la importancia de un enfoque equilibrado y realista hacia nuestras emociones, fomentando así un bienestar emocional auténtico y sostenible.

Tip

Si este tema te ha parecido tan interesante como a mí, te invito a unirte a la conversación en mi servidor de Discord. Es un espacio perfecto para discutir más sobre la agilidad emocional, la positividad tóxica, y cómo gestionar nuestras emociones de manera saludable.

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